Encuadre

Los lugares están llenos de grupos de mujeres que cenan, bailan, platican y ríen. - Foto: ZNN.
No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta de lo que ocurre con las relaciones entre hombres y mujeres, no solo en ciudades pequeñas como Ensenada, sino a nivel global.
Seguramente la situación ya tiene un nombre en inglés, porque son los británicos, quienes suelen advertir primero los cambios en comportamientos sociales.
Basta salir un sábado por la noche a bares y restaurantes para observar que las citas románticas son mínimas. Los lugares están llenos de grupos de mujeres —dos, tres o más— que cenan, platican y ríen.
De vez en cuando, una o dos levantan la cabeza del grupo y, con nostalgia, quizá se preguntan a dónde se fueron los hombres: aquellos que esperaban afuera de las discotecas a que terminara el ladies’ night para lanzarse a la conquista, al coqueteo, a la convivencia o incluso a la discusión. ¿A dónde se fue aquella “vida normal”?
Los hombres hicieron retirada. Encontraron nuevas actividades en las pantallas, salen a caminar en soledad en la oscuridad, observan desde las ventanas lo que antes les pertenecía. Alguno también se pregunta qué ha pasado con la sociedad, en qué momento se rompió la complicidad de pareja. El equipo.
Algunos dirán que no, que aún hay parejas, pero son contadas. El cambio no es únicamente generacional: los jóvenes repiten el mismo comportamiento que sus padres, a diferencia de los abuelos que, siguen juntos aunque muchos duermen en camas separadas, y todavía cumplen el ritual de salir juntos como en otros tiempos. Pero incluso ellos advierten el nuevo paisaje: la dominancia de lo femenino y la ausencia casi total de lo masculino.
¿Se fueron los hombres a vivir a los bosques? ¿Acamparon en el sótano de sus padres? Muchos siguen trabajando en las oficinas un sábado por la noche; otros corren, entrenan en gimnasios de 24 horas, practican ciclismo nocturno o artes marciales. ¿Y qué más hacen los hombres del siglo XXI?

Videojuegos cada vez más inmersivos, ejercicio físico y las plataformas de entretenimiento seguirán en auge de audiencia masculina en sábados por la noche. - Ilustración: ZNN
Hacen todo eso y más para evitar la intimidad, para no mostrar su vulnerabilidad ni involucrarse en relaciones emocionales. Y aunque no todos pueden ser Pedro Pascal y encarnar la “nueva masculinidad”, la mayoría no quiere convertirse en roomies de sus parejas ni esperar en casa a que vuelvan de fiesta con sus amigas. Optan por la separación por la lejanía y la individualidad.
Los hombres ya no van a regresar. No mostrarán emociones ni fragilidad; algunos morirán en la raya, incluso por su propia mano. Sin embargo, la vida moderna ofrece tantas actividades y distracciones que pueden pasar embebidos en ellas más tiempo del que dura una existencia.
Hombres educados para ser fuertes e invulnerables, para conquistar y agradar, para proteger y hacer reír a una mujer que ya no ríe, que ya no necesita ser protegida, que puede valerse por sí misma y es independiente. La misión se completó, y otra generación con nueva masculinidad viene a sustituirlos.
El hombre se encuentra frente a un panorama desconocido y se sumerge en actividades para no ver que las mujeres toman el mundo laboral. Sí, hay algunos que crían y se dedican a los hijos, pero son mínimos; ahora, con poder económico, muchas mujeres pagan para que cuiden a los niños mientras ellas salen a cenar y bailar con amigas.
Al final, puede que los hombres regresen si logran hallar un equilibrio con las nuevas reglas del juego. De lo contrario, los videojuegos cada vez más inmersivos, el ejercicio físico o las plataformas de entretenimiento —convencionales y de clasificación X— seguirán en auge, con una audiencia mayoritariamente masculina, cada sábado por la noche.