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“Parque sí, edificios no” dicen vecinos de la Moderna a AMLO 

Una comitiva entregó al presidente de México una petición de apoyo
Colaboración
Hace 2 años
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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, estuvo en el gimnasio de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) campus Valle Dorado. - Foto: Cortesía.

Como parte de las acciones que lleva a cabo el Comité de Vecinos de la Colonia Ampliación Moderna, en Ensenada, una comitiva asistió a la visita del presidente nacional, Andrés Manuel López Obrador, para entregar en la mano una carta con la petición de apoyo e imágenes del parque infantil y deportivo de la comunidad, que se encuentra en las avenidas París y Londres.

Tras el intento de la constructora El Vigía S.A. DE C.V., propiedad de la descendencia del expresidente Jesús Clark Flores, de construir casas en tres predios que por historia han sido área recreativa, así lo dejaron plasmado en un inicio ante el Gobierno del Estado, los vecinos se han agrupado para defender los terrenos.

La noche del sábado 11 de noviembre, Dina Montoya, presidente de la asociación, entregó en la mano al presidente un sobre que incluía dibujos hechos por los niños de distintas colonias cercanas que frecuentan el parque, así como una serie de imágenes de los árboles existentes, así como las aves que se pueden encontrar en los tres predios.

Dentro del recinto donde se presentó López Obrador, en el gimnasio de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) campus Valle Dorado, los vecinos lograron colocar una lona justo enfrente de donde el primer mandatario ofreció su discurso de gobierno con el mensaje “Parque sí, edificios no”.

Se le informa a la comunidad que los vecinos organizados de la Ampliación Moderna sigue en la lucha y mantienen un plantón permanente dentro del parque, al mismo tiempo, se llevan a cabo acciones de limpieza, forestación y reparación de estructuras con el fin de embellecer la única área recreativa que nos queda.

'Low Riders' a las calles otra vez en EU

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Hace 2 años
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La personalización de un Chevrolet Impala con pintura llamativa y suspensión hidráulica. Foto Matti Blume/Wikimedia Commons.  - Colaboración.

La restricción a los autos lowriders, conocidos por su suspensión baja y modelos clásicos, ha sido levantada en California, lo que permitirá que circulen libremente por las calles a partir del próximo 1 de enero.

La comunidad de lowriders celebró la decisión ya que consideraban que se trataba de una medida discriminatoria que erróneamente vinculaba este transporte con la cultura del crimen.

A finales de la década de 1990 en Estados Unidos se aprobaron leyes que permitieron a la policía hacer vetos locales a conductores de vehículos denominados lowriders por hacer hacer 'cruising' por las principales calles de una ciudad.

El movimiento del lowrider tiene sus raíces en la comunidad chicana del sur de Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial. Los entusiastas de esta actividad a menudo personalizan sus vehículos con pintura e interiores llamativos y otras modificaciones estilísticas, como ruedas de radios y adornos cromados.

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La cultura lowrider se extendió por todo Estados Unidos, México y latinoamérica y otros países asiáticos como Japón, esta incluye una vestimenta característica, el lenguaje y los gestos. La música, que va desde las "oldies" setenteras hasta el hiphop de la costa Oeste de Estados Unidos de los años noventa.

La modificación principal de los autos es que pueden bajar la suspensión o permitir su elevación. La tradición lowrider dicta circular lo más cerca del suelo y de forma lenta por las calles de los centros históricos de las ciudades, pasar una y otra vez por la misma calle, es lo que denominaron 'hacer cruising'.

Estos vehículos suelen tener suspensión ajustable, neumáticos de perfil bajo y por lo regular están equipados con sistemas hidráulicos que permiten levantar o bajar cada rueda de manera independiente. Esta capacidad de ajustar la altura del automóvil le permite a un lowrider literalmente "rebajarse" hasta el suelo y luego volver a subir, lo que le da su distintivo aspecto.

Con el paso de las décadas, los lowriders se convirtieron en blanco de la policía. En 1988 en California aprobaron una ley que permitía penalizar la actividad. En el condado de Los Ángeles, exhibir las características especiales de suspensión de los autos al circular implicaba una multa de hasta 250 dólares.

Lowrider como medio de expresión cultural

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- Más que simplemente automóviles personalizados; el lowrider es también un medio de expresión cultural y un símbolo de orgullo y pertenencia en algunas comunidades latinas. En ciudades del norte de México, como Tijuana y Ensenada y ciudades tan alejadas como Tokio, estos conductores se encuentran organizados en clubes y realizan eventos dedicados a mostrar sus vehículos y celebrar la cultura lowrider. 

Los primeros lowrider en el sur de Estados Unidos, en las décadas de 1940 y 1950, eran jóvenes de ascendencia mexicana, que integraron elementos pachucos y cholos de tatuajes y murales volcados en el diseño del automóvil. Los autos elegidos a menudo son vehículos antiguos, automóviles clásicos de marcas como Chevrolet, Ford, Cadillac, en líneas específicas como, Bel Air, Fleetline, Mercury y el Serie 62 que podían personalizarse de forma espectacular.

A pesar que han sido estigmatizados, los lowriders fueron asociados con pandillas o actividades ilegales, no obstante la actividad ha persistido, la comunidad argumenta que la mayoría simplemente disfrutan de personalizar y mostrar sus automóviles de una manera creativa y artística y piden libertad para ello.

Los desafíos legales que han enfrentado y que han vencido son restricciones en algunas áreas debido a preocupaciones de seguridad y la percepción pública de esta cultura. Las regulaciones que afectaron la cultura lowrider fueron restricciones sobre la altura de los vehículos o el uso de sistemas de suspensión hidráulica, con el argumento de que estos elementos podían ser peligrosos en la carretera.

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En algunas ciudades se tomaron medidas contra el ruido excesivo de los sistemas de sonido instalados en algunos de estos vehículos.

La forma del lowrider es considerada una resistencia cultural en respuesta a la discriminación y los desafíos que históricamente han enfrentado las comunidades latinas en Estados Unidos. En la actualidad es considerada una forma de arte móvil, los propietarios a menudo pasan una gran cantidad de tiempo y esfuerzo personalizando y mostrando sus vehículos en exhibiciones y desfiles. Por hoy celebran poder circular por las calles en libertad.

Editorial
La reforma judicial: sin pueblo no hay justicia
2025-06-02 17:35:47
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El origen de la reforma judicial fue uno de los principales objetivos —por no decir caprichos— del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Aún es demasiado pronto para decir si fue exitosa o no, pero ha fallado justo donde más esperanzas habían depositado sus impulsores: la participación popular.

Más información...

Solo el 13 por ciento del padrón electoral acudió a votar. Se abre así un panorama inédito, para el cual no existe manual ni guía clara de qué sigue.

Hay una razón por la cual López Obrador no pudo avanzar en su primer intento de reforma: no tenía la mayoría suficiente en el Congreso. Le tomó todo un sexenio lograr ese control legislativo que, al final, permitió la aprobación exprés. Aun así, la reforma se saltó pasos fundamentales: la deliberación, el consenso y, sobre todo, la incorporación de críticas de juristas, académicos y actores clave del Poder Judicial.

Cabe recordar que esta controvertida reforma avanzó gracias al triunfo aplastante de Claudia Sheinbaum y a la traición del priista Miguel Ángel Yunes en los últimos momentos del sexenio. Solo así fue posible sostener este proyecto político, que continuó entre huelgas y paros dentro del sistema judicial.

Durante todo el proceso, no hubo un verdadero debate público que explicara a la ciudadanía de qué trataba la reforma, por qué era necesaria, y cómo el sistema judicial mexicano está viciado: jueces que operan bajo amenazas o sobornos, más del 90 por ciento de los delitos impunes, y miles de personas inocentes en prisión preventiva o esperando una sentencia que no llega.

Eso faltó: involucrar a la ciudadanía. Y ahora, lo que falló fue precisamente la participación ciudadana.

El mensaje es claro para México: la voluntad del pueblo no puede reducirse al 13 por ciento del electorado. Lo que sigue ahora es evitar que esta transformación derive en una crisis mayor en la impartición de justicia, que comprometa la autonomía del Poder Judicial y lo convierta en un instrumento político. De ser así, México habrá perdido la justicia en nombre de la democracia.