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Por reanudar proyecto de infraestructura en Plaza Santo Tomás

Se trabaja en calendario de eventos culturales e instalación del Consejo
Colaborador
Hace 3 años
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plaza SantoTomas, Ayala y Cossio
El alcalde de Ensenada Armando Ayala y Santiago Cossio director de Grupo Pando explicaron el proyecto en diciembre.
Foto:Cortesía.

La revisión del contrato entre el Gobierno de Ensenada y la Fundación Elías Pando A.C., en el mes de diciembre en mesas de trabajo dejó en claro dudas sobre el proyecto y recursos recaudados por cobro de estacionamiento.

El alcalde Armando Ayala Robles mencionó que la revisión del cumplimiento del contrato de comodato, derivó de una serie de inquietudes ciudadanas.

“Lo que queremos es que este espacio se utilice para lo que fue aprobado, que sea un espacio abierto a la ciudadanía en general en el que se desarrollen eventos culturales y artísticos; se brinden espacios a nuestros artesanos; se habiliten sanitarios; y, se instale alumbrado peatonal”, expresó el primer edil.

Preparan mientras, la instalación del Consejo en el que se aprobarán acciones y se rendirán informes, que a su vez el regidor integrante de dicho órgano hará de conocimiento al Ayuntamiento de Ensenada.

Reconocieron la buena disposición de directivos y representantes de Grupo Pando A.C., para cumplir con lo establecido en el contrato de comodato y para hacer las adecuaciones necesarias en el proyecto arquitectónico de la Plaza Santo Tomás.

Respecto al cobro del estacionamiento, Santiago Cosío Pando, director general de Bodegas Santo Tomás, explicó que este espacio inició operaciones el pasado 1 de diciembre, y una vez que se instale el Consejo se destinará el 10 % del ingreso al apoyo de personas y grupos vulnerables.

Precisó que dicho recurso también se podrá destinar al fomento de la cultura o para obras de rehabilitación del centro histórico de la ciudad.

Santiago Cosío enfatizó que Bodegas Santo Tomás está a favor del Plan Estratégico de Desarrollo Económico y Turismo “Ensenada Te Espera”, implementado recientemente por el alcalde Armando Ayala Robles, y que regirá las acciones de gobierno de los próximos tres años.

Recalcó que la Plaza Santo Tomás, impulsada principalmente por la Fundación Elías Pando, además de sumarse a la red de espacios públicos, coadyuvará en materia turística al ser un atractivo para población local, nacional y extranjera; así como, en la reactivación económica post pandemia.

A su vez, Jaime Figueroa Tentori, director de Infraestructura Municipal y la coordinadora de la Plaza Santo Tomás, Keiko Nishikawa Chávez, explicaron los alcances del proyecto arquitectónico.

Detallaron que se contempla la edificación de sanitarios públicos para mujeres, hombres y personas con discapacidad, en el área del estacionamiento ubicada en la calle Miramar entre Séptima y Octava.

Keiko Nishikawa puntualizó que se prevé que en el primer semestre de 2022 entre en funcionamiento la fuente, se habilite el área infantil, se instale mayor mobiliario urbano, aparcaderos para bicicletas y el alumbrado restante.

Sobre la agenda de eventos, el director del Centro Cultural Santo Tomás, Jaime Delfín mencionó que se tiene coordinación con el Instituto Municipal de Cultura y Desarrollo Humano (IMCUDHE), con el que, de la mano del Instituto Tecnológico de Ensenada, en el mes de noviembre se realizaron, los concursos de altares de muertos y catrinas.

'Low Riders' a las calles otra vez en EU

Colaboración
Hace 2 años
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La personalización de un Chevrolet Impala con pintura llamativa y suspensión hidráulica. Foto Matti Blume/Wikimedia Commons.  - Colaboración.

La restricción a los autos lowriders, conocidos por su suspensión baja y modelos clásicos, ha sido levantada en California, lo que permitirá que circulen libremente por las calles a partir del próximo 1 de enero.

La comunidad de lowriders celebró la decisión ya que consideraban que se trataba de una medida discriminatoria que erróneamente vinculaba este transporte con la cultura del crimen.

A finales de la década de 1990 en Estados Unidos se aprobaron leyes que permitieron a la policía hacer vetos locales a conductores de vehículos denominados lowriders por hacer hacer 'cruising' por las principales calles de una ciudad.

El movimiento del lowrider tiene sus raíces en la comunidad chicana del sur de Estados Unidos luego de la Segunda Guerra Mundial. Los entusiastas de esta actividad a menudo personalizan sus vehículos con pintura e interiores llamativos y otras modificaciones estilísticas, como ruedas de radios y adornos cromados.

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La cultura lowrider se extendió por todo Estados Unidos, México y latinoamérica y otros países asiáticos como Japón, esta incluye una vestimenta característica, el lenguaje y los gestos. La música, que va desde las "oldies" setenteras hasta el hiphop de la costa Oeste de Estados Unidos de los años noventa.

La modificación principal de los autos es que pueden bajar la suspensión o permitir su elevación. La tradición lowrider dicta circular lo más cerca del suelo y de forma lenta por las calles de los centros históricos de las ciudades, pasar una y otra vez por la misma calle, es lo que denominaron 'hacer cruising'.

Estos vehículos suelen tener suspensión ajustable, neumáticos de perfil bajo y por lo regular están equipados con sistemas hidráulicos que permiten levantar o bajar cada rueda de manera independiente. Esta capacidad de ajustar la altura del automóvil le permite a un lowrider literalmente "rebajarse" hasta el suelo y luego volver a subir, lo que le da su distintivo aspecto.

Con el paso de las décadas, los lowriders se convirtieron en blanco de la policía. En 1988 en California aprobaron una ley que permitía penalizar la actividad. En el condado de Los Ángeles, exhibir las características especiales de suspensión de los autos al circular implicaba una multa de hasta 250 dólares.

Lowrider como medio de expresión cultural

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- Más que simplemente automóviles personalizados; el lowrider es también un medio de expresión cultural y un símbolo de orgullo y pertenencia en algunas comunidades latinas. En ciudades del norte de México, como Tijuana y Ensenada y ciudades tan alejadas como Tokio, estos conductores se encuentran organizados en clubes y realizan eventos dedicados a mostrar sus vehículos y celebrar la cultura lowrider. 

Los primeros lowrider en el sur de Estados Unidos, en las décadas de 1940 y 1950, eran jóvenes de ascendencia mexicana, que integraron elementos pachucos y cholos de tatuajes y murales volcados en el diseño del automóvil. Los autos elegidos a menudo son vehículos antiguos, automóviles clásicos de marcas como Chevrolet, Ford, Cadillac, en líneas específicas como, Bel Air, Fleetline, Mercury y el Serie 62 que podían personalizarse de forma espectacular.

A pesar que han sido estigmatizados, los lowriders fueron asociados con pandillas o actividades ilegales, no obstante la actividad ha persistido, la comunidad argumenta que la mayoría simplemente disfrutan de personalizar y mostrar sus automóviles de una manera creativa y artística y piden libertad para ello.

Los desafíos legales que han enfrentado y que han vencido son restricciones en algunas áreas debido a preocupaciones de seguridad y la percepción pública de esta cultura. Las regulaciones que afectaron la cultura lowrider fueron restricciones sobre la altura de los vehículos o el uso de sistemas de suspensión hidráulica, con el argumento de que estos elementos podían ser peligrosos en la carretera.

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En algunas ciudades se tomaron medidas contra el ruido excesivo de los sistemas de sonido instalados en algunos de estos vehículos.

La forma del lowrider es considerada una resistencia cultural en respuesta a la discriminación y los desafíos que históricamente han enfrentado las comunidades latinas en Estados Unidos. En la actualidad es considerada una forma de arte móvil, los propietarios a menudo pasan una gran cantidad de tiempo y esfuerzo personalizando y mostrando sus vehículos en exhibiciones y desfiles. Por hoy celebran poder circular por las calles en libertad.

Editorial
La reforma judicial: sin pueblo no hay justicia
2025-06-02 17:35:47
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El origen de la reforma judicial fue uno de los principales objetivos —por no decir caprichos— del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Aún es demasiado pronto para decir si fue exitosa o no, pero ha fallado justo donde más esperanzas habían depositado sus impulsores: la participación popular.

Más información...

Solo el 13 por ciento del padrón electoral acudió a votar. Se abre así un panorama inédito, para el cual no existe manual ni guía clara de qué sigue.

Hay una razón por la cual López Obrador no pudo avanzar en su primer intento de reforma: no tenía la mayoría suficiente en el Congreso. Le tomó todo un sexenio lograr ese control legislativo que, al final, permitió la aprobación exprés. Aun así, la reforma se saltó pasos fundamentales: la deliberación, el consenso y, sobre todo, la incorporación de críticas de juristas, académicos y actores clave del Poder Judicial.

Cabe recordar que esta controvertida reforma avanzó gracias al triunfo aplastante de Claudia Sheinbaum y a la traición del priista Miguel Ángel Yunes en los últimos momentos del sexenio. Solo así fue posible sostener este proyecto político, que continuó entre huelgas y paros dentro del sistema judicial.

Durante todo el proceso, no hubo un verdadero debate público que explicara a la ciudadanía de qué trataba la reforma, por qué era necesaria, y cómo el sistema judicial mexicano está viciado: jueces que operan bajo amenazas o sobornos, más del 90 por ciento de los delitos impunes, y miles de personas inocentes en prisión preventiva o esperando una sentencia que no llega.

Eso faltó: involucrar a la ciudadanía. Y ahora, lo que falló fue precisamente la participación ciudadana.

El mensaje es claro para México: la voluntad del pueblo no puede reducirse al 13 por ciento del electorado. Lo que sigue ahora es evitar que esta transformación derive en una crisis mayor en la impartición de justicia, que comprometa la autonomía del Poder Judicial y lo convierta en un instrumento político. De ser así, México habrá perdido la justicia en nombre de la democracia.